jueves, 26 de marzo de 2015

Algunas preguntas sobre Estados Unidos

Escribo esta nueva entrada para responder a las preguntas que muchos de vosotros me habéis hecho y que no he podido responder. Antes de nada, quiero agradecer a Ana María Iglesias de FSL todo lo que hizo durante mi estancia en EEUU, antes y después, por ser tan rápida en todo y eficaz como ninguna. Una vez hecho esto: ¡Empecemos!

  1. ¿Cómo era tu instituto? Mi instituto era muy grande, para ir de clase en clase tenía que recorrer cientos de metros y día a día tan sólo por los pasillos del instituto caminaba más de un km y medio. Lo sé porque en clase de Walking & Toning (ya explicaré mas adelante lo que es) a veces hacíamos cada uno el recorrido por dentro que teníamos de clase a clase con un podómetro y ahí lo ponía.
  2. ¿Lo pasaste mal al separarte de tu familia? Pues no. A ver, no daba botes de alegría pero estaba feliz y emocionada porque iba a vivir grandes aventuras que sabía que me esperaban al otro lado del océano pero siempre te queda ese sentimiento de: "ojalá pudieran venirse conmigo". Además, para calmar los nervios, justo cuando estábamos los becarios sentados en las sillas de la puerta de embarque, vimos pasar a la selección española de baloncesto y aprovechamos para sacarnos unas fotos así que al ir todos juntos, nervios 0.
  3. ¿Qué tal los vuelos de ida? Bueno, os voy a contar mi gran aventura. La verdad es que los vuelos no me asustaron. Al principio no me importaba nada coger los aviones porque iba con más gente y la organización, pero ya cuando fui con otros 4 de Chicago a Indianápolis estuvimos un poco más nerviosos porque era la primera vez que estábamos solos en un país diferente del nuestro.
  4. ¿Y los de vuelta? Los vuelos de vuelta fueron bastante bien. De Indianápolis a Nueva York fue fácil, fui en un avión no muy grande y llegué perfectamente. Mientras estaba en ese avión, pregunté a una azafata cómo tenía que hacer para llegar a la siguiente puerta de embarque ya que en mi ticket no estaba. Me dijo algo como: "cuando te bajes del avión, camina 100 metros, gira a la derecha, camina 50, gira a la izquierda, baja las escaleras, gira a la derecha, gira a la izquierda, coge el tren, gira a la izquierda...". Vamos, que entre los nervios de que sólo tenía una hora y algo para coger mi siguiente vuelo y ese lío pues la verdad casi me da algo. Pero tuve muchísima suerte e iba otro español en mi vuelo, con el que había coincidido cuando embarcábamos y se puso detrás para coger la maleta. Entonces me preguntó qué tal el vuelo y que por qué estaba ahí. Nos pusimos a hablar y me dijo: "bueno, ¿nos vamos?". Yo, como no tenía ni idea de cómo llegar a mi próximo vuelo y no quería estar perdida en medio del enorme aeropuerto de Nueva York hasta a saber cuándo, me fié de ese chico y me puse a hablar con él. Entre cosa y cosa, nos fuimos conociendo y me llevó por todo el aeropuerto hasta el control de seguridad que había que pasar. Había una cola de al menos dos horas, lo que ya imposibilitaba que yo pudiera coger mi avión de vuelta a España. Jorge, así se llamaba el madrileño, me dijo: "bueno, pues ya que estamos aquí los dos juntos ven que digo que vienes conmigo y a ver si te cuelan". Con la suerte de que me colaron con los de la clase business y sólo esperé 5 minutos para hacer el control. Pasé, ya quedaba sólo una hora para embarcar, y fuimos corriendo hasta la zona de restauración. Me entró ganas de ir al baño, algo extremadamente raro en mí, y yo, que después de haber pesado 23 kg en cada mano dos días seguidos durante horas, no podía ni coger una taza en la mano, pues por no dejar mi equipaje solo me iba con las maletas al baño. Jorge me paró y me dijo si quería que me las guardase. Yo pensé: "si hasta ahora no me ha: 1. raptado, 2. violado o 3. robado, no creo que se vaya con mis maletas" así que hice todo lo contrario de lo que anuncian por megafonía cada 3 segundos aproximadamente y se las dejé. Cuando volví, para mi alivio, ahí seguían. Luego, fuimos a comer y después ya sólo quedaban 10 minutos para embarcar así que fuimos a los mostradores y, una vez más, me coló y entré de las primeras al avión para acomodarme. Una vez dentro, me senté y esperé a llegar a Madrid. Mi prioridad era dormir ya que no había dormido bien esa noche e iba a tener que esperar en Madrid desde las 6 de la mañana, hasta las 11 y algo que cogí el avión a Coruña. Peero claro, teniendo en cuenta la suerte que tuve, que yo creo que "si pongo un circo, me crecen los enanos" (palabras textuales de mi madre, besitos), se me sentó al lado un señor de Ohio que no me paraba de hablar y preguntar y preguntar y volver a hablar, y tonta de mí que como me daba pena le respondía así que sí, no dormí nada. Siempre le estaré agradecida a aquel madrileño de tan buen corazón que me ayudó cuando estaba perdida, y aunque algunos penséis que es una tontería, queda poca gente así en el mundo, y esa gente no se olvida. Llegué a Madrid y lo primero que hice fue llamar a mis padres y leer todos aquellos mensajes de WhatsApp que me habían dejado mientras estaba volando. Después ya fui a por mi Venti de Gingerbread de Starbucks y a por mi muffin. Al menos así no me dormiría esperando. Un poco cansada se notaba que estaba porque fui a un mostrador a preguntar de dónde salía mi vuelo y me dijo uno: "Raquel, tu vuelo aún no sabemos de dónde sale porque aún es muy pronto". Entonces le dije que gracias y me iba, cuando me volvió a llamar y me preguntó: "¿No te preguntas cómo sé tu nombre?". La verdad, ni había caído en ello. Estuve pensando unos dos minutos cuando me dice: "Lo pone en tu vaso de café" y se empezó a reír. Yo pues me reí también pero más de mí misma que de otra cosa. Pasaron esas eternas e interminables horas y cogí el vuelo a Coruña. Estaba tan nerviosa... Y de repente me fijo en que en mi vuelo iban también actores de las series "Aída" y "Aquí no hay quien viva". Pasó una hora o así y yo que no paraba de mirar por la ventanilla, empecé a ver la costa gallega. ¿Qué fue lo que hice? Me puse a llorar, sí, a llorar como una tonta. Llorar de alegría, de emoción por estar en casa, por los que me estaban esperando, llorar porque sabía que lo malo que había pasado ya quedaba atrás y ahora volvía a mi hogar. El de mi lado me miraba mal, pero me daba un poco igual. Aterrizamos y no podía aguantar las ganas de quitarme el cinturón y salir corriendo. Así hice, cogí mi equipaje de mano y fui corriendo. Vi a mi padre a través del cristal pero con las pintas que yo llevaba y lo delgada que estaba, él no me reconocía así que aproveché para sorprenderlo por detrás, y empecé a abrazarlo y a llorar de nuevo. Después vi a mi hermano y a mi madre y la historia se repitió. Y así fue como abracé a aquellos que habían luchado por mí durante 5 meses y a los que tuve tan lejos.

viernes, 6 de febrero de 2015

El despertar de un sueño

Y fue entonces cuando llegó el momento por el que pensé que nunca pasaría. Sabía que tendría que volver, pero no me esperaba esa rapidez, ni dejarlo a medias. A veces te ves en situaciones que te superan, y ésta ha sido una de ellas. El día de la despedida. 
Después de más de dos días haciendo maletas, llegó el momento de decir adiós a todo lo que había acogido en mi vida durante los pasados meses y volver a casa. Me despedí de todos mis amigos el día anterior a irme. La verdad, fue doloroso, mucho. Porque esos amigos son gente que te conocen desde cero; no saben nada de ti y aún así te aceptan y te dejan lugar en sus vidas esperando que tu presencia sea agradable. Cuando realizas un camino, puedes dejar dos tipos de marcas: pisadas, o huellas. Las pisadas son marcas que quedan en la superficie y se borran muy fácilmente, son efímeras, como las pisadas que dejas cuando caminas por la orilla de la playa y se las lleva la marea. En cambio, las huellas son diferentes. Las huellas son pisadas muy profundas, son marcas que no se van. Que hacen un hueco en algún sitio de ti y te cambian. Ése es el tipo de marca que espero haber dejado yo en Estados Unidos, ya que a mí esta experiencia me cambió. Puede que los que habláis conmigo día a día no lo notéis, puede que aquellos que me saludan de vez en cuando tampoco, por eso lo de las huellas: es algo profundo que no todo el mundo puede dejar o ver.
He tardado mucho en escribir esto, pero la verdad, creo que hice bien porque ahora lo veo todo con otra perspectiva. Todos sabéis el motivo por el que tuve que regresar, que no fue por mi propia voluntad o porque tuviera morriña, y si no lo sabéis y tenéis curiosidad, adelante, preguntad, no tengo nada que esconder ni de lo que avergonzarme. 
Esos casi 5 meses que pasé como estudiante de intercambio en Estados Unidos me han enseñado muchas cosas: desde el punto de vista de la vida de otra cultura, hasta a ser más abierta y no juzgar a primera impresión, porque las cosas no son como parecen ser, o al menos no siempre.
He hecho muchos amigos, algunos que conservaré toda la vida y otros que se irán con los años pero seguirán en el recuerdo, y siempre estaré muy agradecida por todos los momentos que he vivido a su lado: buenos y no tan buenos. 
También estoy agradecida no sólo de los amigos que hice allí, sino de los amigos de verdad que tengo aquí: aquellos que a pesar de los más de siete mil kilómetros de distancia, seguían hablando conmigo como si estuviéramos al lado. Gracias por apoyarme y seguir a mi lado en los momentos más difíciles, sé que vosotros sois amigos de verdad. 
Esta experiencia también me ha ayudado a darme cuenta de los "amigos" que pensaba que tenía, pero luego no son amigos, son conocidos. Aunque pensándolo bien, no los conocía mucho al pensar que lo eran.
Quiero dar las gracias por esta oportunidad que me ha dado la vida de ser una estudiante de intercambio, porque es algo inolvidable, que a pesar de todas las noches sin dormir, echando de menos todo lo que conoces, merece la pena, y sin dudarlo, no me arrepiento de haberlo sido. 
Gracias a todos. Si tenéis alguna pregunta sobre la vida en Estados Unidos o algo que queráis saber, no dudéis en preguntarme.

Hasta la próxima.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Un mes lleno de locura.

Antes de empezar, siento no haber escruto nada aquí desde hace un mes más o menos pero estuve demasiado ocupada. O lo que es igual: esta vez os vais a hartar de leer. En noviembre, en las dos primeras semanas no pasó nada importante, tan sólo que hicimos una especie de sesión fotográfica en familia, así que me las salto. 

Para que veáis que sigo viva


Voy a empezar las cosas por el día 25, martes, comienzo del Thanksgiving Break, o lo que es lo mismo, las vacaciones de Acción de Gracias. Pero antes, os voy a contra algo de mi instituto que la mayoría de vosotros no sabéis y que desearéis que os pase: dos martes al mes, intercalados, tenemos una cosa que se llama PLC Day. Eso significa que en vez de entrar a clase a las 8:10 como cada día y cada hora durar 50-60 minutos, entramos a clase a las 8:50 y todas las clases duran 30 minutos menos el 4 periodo, lo cual para mí es perfecto porque tengo coro.
Bueno, pues ese martes aún tuve clase pero una hora después de salir ya estaba en el coche preparada para ir con rumbo a Rochester, NY, donde vive la hermana de Robyn y donde pasaríamos esos días. Algunos estaréis pensando: "Oh, que suerte, Nueva York!!". Cuando fue más o menos algo como: "Oh, qué bien, más de 14 horas de coche y a la frontera con Canadá donde te mueres de frío:)" Pero la verdad, fue un viaje inolvidable.
Como son tantas horas de viaje y teníamos que cruzar unos cuantos Estados, acabamos cenando y durmiendo en Cleveland, Ohio. Que sí, que Ohio es es Estado de al lado de Indiana pero vamos, que nos hicimos unas seis horitas mínimo. 
Al día siguiente, volvimos al coche y seguimos el rumbo a Nueva York. No me enteré de mucho porque me pasé la mayor parte del tiempo durmiendo pero ibas viendo como los lados de la carretera estaban con no sé cuántos centímetros de nieve cuanto más te acercabas. Llegamos, y la tarde allí se basó en conocer a la familia y hablar con ellos. Aunque también con Rochelle, la hermana de Robyn (a quien amo, todo hay que decirlo), dos horas después de llegar y colocar todas nuestras cosas, hice galletas de chocolate. Y aquí los americanos tienen una tradición la cual admiro y pienso llevarme conmigo de vuelta a España: cuando haces galletas y sale una bandeja del horno, tienes que comerte una para ver si están bien y el resto de gente puede comerlas. Lo que más bien es: ya que cocino pues aprovecho y me las como. Me hago fan.
Pasemos al jueves! Por la mañana hice junto con Anna y Rochelle una casa de jengibre que más que casa parecía una mansión! Me lo pasé genial, de verdad. Que parece tontería, pero con cosas así también se llega a conocer más a la gente. 






Mi obra de arte moderno.

Y algo por lo que me empezó a caer incluso mejor Rochelle: (que conste que esto es un secreto, pero que quede entre nosotros eh!) cuando estábamos acabando de decorar la casita, sobraba uno de los muñecos de jengibre y ¿qué hizo ella? Lo calentó para que estuviera más blando, me puso helado de vainilla en un plato, y mmmmmmm, no sabéis lo rico que estaba eso de verdad. 

Bueno, pues por la tarde, después de comer, nos pusimos a jugar en familia a una cosa que se llama Apples to Apples. Es un juego en el que cada personas tiene 7 cartas rojas (en las que hay nombres de cosas, acciones y personas) y uno de los jugadores tiene una carta verde (que tiene un adjetivo), y hay que poner la carta roja que tienes que mejor crees le va la a la verde. El que tiene a carta verde decide cuál es mejor y el ganador. Es un poco difícil de explicar por aquí, yo sólo os digo que la que está escribiendo esto ahora mismo ¡¡es la tricampeona familiar!! Yo ya había jugado alguna vez en España así que estaba toda feliz. 

Ese día era el de Acción de Gracias por lo que antes de cenar el típico pavo, con puré de patatas y una cosa que se llama stuffing para acompañar el pavo, pues nos reunimos toda la familia en la cocina y dimos las gracias cada uno por cosas diferentes. Después a sentarse, ¡y a comer!

A la izquierda abajo está lo que se llama stuffing, arriba patatas dulces, a la derecha el puré de patata y el pavo.


El viernes (típico y conocido Black Friday en el que no pude comprar nada) era el último día que pasaría ahí y como la noche anterior Rochelle y yo planeamos lo que haríamos, fuimos a patinar a una pista, pero no sobre hielo, que eso lo puedo hacer aquí, sino a patinar sobre ruedas, como a mí más me gusta. Me lo pasé genial. 
Al volver a casa, hicimos con Anna galletas de azúcar y las decoramos con icing (para los que no lo sepáis, el icing es esa especie de masa de colores que decoran las galletas y a veces tartas). Y por supuesto, comprobamos que eran comestibles por el bien de la humanidad jajaja.



El sábado, emprendimos el viaje de vuelta a casa, pero en vez de ir por donde vinimos, fuimos atravesando Ontario, Canadá. Pero antes de eso, estuvimos un par de horas en el lado canadiense de las cataratas del Niagara. Fue una experiencia impresionante y un sitio aparte de frío, precioso. 







Hay cosas que no cambian












Bueno, esas horas de viaje en las que atravesamos parte de Canadá, aunque os parezca difícil, sobrevivimos son internet. No tenía sueño así que en la parte de atrás del coche, Alex, Anna y yo nos pusimos a jugar a Heads Up!. Es un juego en el que eliges categoría, te pones el móvil en la frente, y los que están contigo tienen que ayudarte a adivinar lo que pone en el móvil. Con esto tuvimos unas cuantas horas de diversión, sinceramente. Más tarde, cruzamos la frontera y llegamos a casa atravesando Michigan. Hay una cosa de la que me siento orgullosa (aunque no es la palabra que estaba buscando) y es que en tan sólo 5 meses (que justo hoy hacen que me fui de España) ya estuve en 10 de los 50 Estados de EEUU: Indiana (obvio), Illinois, Michigan, Ohio, Pennsylvania, New York, New Jersey, Virginia, West Virginia y Maryland. 

Pasamos a esta semana:

Si vierais mi agenda os asustaríais. Dejo eso como resumen de la semana. Aún así:

El lunes fue un día más o menos normal por lo que nos lo saltamos.
Martes. Aquí empieza la locura. Después de un día (casi) normal de clase, tocaba ensayar junto con todos los otros coros del instituto (Ladies Cadet Choir, Men Cadet Choir, Chamber Choir, Choralaires y Royalaires) y todas las bandas (que ya ni sé sus nombres porque son mil). Gracias a este ensayo nos perdimos las dos últimas horas de clase pero estuvimos en el instituto hasta las 6 de la tarde ensayando sin descanso, y dado que éramos más de 600 personas entre todos y el primer ensayo conjunto, os podéis imaginar el lío. El miércoles más de lo mismo, con la excepción de que tuvimos día normal de clase, y yo tuve reunión de un club antes así que me pasé en el instituto desde las 7:35 de la mañana hasta las 8:45 de la noche. Fue un ensayo larguísimo pero también tuvo sus partes divertidas.


El jueves y el viernes tuvimos los conciertos y podemos decir orgullosos que en el teatro del insti en el que caben más de 3000 personas, no quedaba una entrada sin vender para los dos días. Fueron noches geniales con amigos, música y espíritu navideño. Dos noches inolvidables, y que ojalá se pudieran repetir. Aquí nos tenéis a algunos de mi coro.


Laila, Cobby y Nikki y yo.


Algunos de Zionsville Chorale.
Billy, Nathan, Kelly, Alex, Maggie, yo, Laila, Elyse, Noah, Cobby, Nikki y Alex.


Alex, Katie, yo, Carly y Alex.


A night to remember


Angelina, Katie y yo.
Don't mess with ZC girls.



Mi querida Royalaire Carly.




También se me olvidaba decir que el jueves en psicología vinieron unos de una universidad de por aquí (IUPUI) y nos hicieron algunas pruebas. Yo durante un rato casi me muero del asco ya que tuve medio cerebro de alguien en mis manos. Que aunque estuviese con una capa de no sé qué para que estuviese duro y no se estropeara, era un cerebro de verdad y puaj. Ah,y según Emilia huele mal jajajajajaja. Después de tener esa cosa asquerosa en mis manos, vimos como el profesor examinaba otro cerebro, este tal cual, enterito y con agua cayéndole por todos sitios y cosas colgando y si ese día no me dio algo yo creo que ya no me da nunca. Fue interesante (asqueroso). Muy interesante (asquerosísimo) :))).



Después, hoy y mañana tengo cosas planeadas pero ¡tendréis que esperar un poco para saberlas!

Antes de acabar, me gustaría también que supierais algo:

No me arrepiento de haber venido este año a este país para estudiar, estoy aprendiendo mucho, no sólo inglés. Está resultando ser una buena experiencia en la que he conocido y estoy conociendo a muchísima gente. No sólo gente que ahora es como mi segunda familia, sino amigos que espero tener durante toda la vida. Aquí, en el blog, os cuento lo mejor de mi día a día, pero también tenéis que saber que no todo es de color rosa. Hay muchos momentos especiales en los que piensas "vaya, ojalá ____ estuviera aquí ahora para hacer ___ conmigo" o cosas así. Momentos en los que echas de menos hasta la comida que hace tu madre que más odias en el mundo. Hay días duros, días de bajón en los que piensas en tirar la toalla y lo único que quieres es volver a casa. Después también hay noches sin dormir, en las que por mucho que quieres, no puedes parar de pensar "¿se habrán olvidado de mí? ¿qué pasará cuando vuelva? ¿seguirán estando a mi lado?" o "Ahí ya es de día, ¿qué estarán haciendo? ¿se acuerdan de mí al escuchar esa canción que solíamos cantar juntos?". Al igual que hay miles de momentos increíbles en los que piensas que ser estudiante de intercambio es asombroso y te alegras de serlo, hay veces que piensas por qué te habrá dado por irte al otro lado del océano lejos de todo lo que conoces y empezar (casi) de cero en un sitio completamente nuevo. Después hay cosas que también son difíciles y es respecto a la cultura. Yo llevó aquí ya cuatro meses y voy conociendo la forma de pensar y de actuar de los americanos pero hay que decir que son un mundo aparte, otra razón por la que veis que mucho tiempo lo paso con Emilia, ya que al ser de Europa, aunque tengamos cosas diferentes, en otras muchas nos entendemos a la perfección. También, para que veais que no es todo tan fácil, quiero que sepáis que Beatriz, ha decidido que en dos semanas de va de vuelta a Brasil. Otra amiga mía que se llama Tanha, incluso no va a esperar ni dos semanas. Me voy a arriesgar y decir que ahora mismo estará de camino a Bangladesh. Ahora mismo soy la única de mi organización que sigue en esta ciudad y, aún estando orgullosa de seguir aquí teniendo en cuenta las dificultades, hace ver que esto no es un paraíso, ni es tal y como las series y películas de Hollywood lo pintan. Por lo que, en conclusión: estar aquí está siendo bueno para mí porque gracias a esto, soy bastante más independiente de lo que era antes y me ayuda a madurar, pero no es un cuento de hadas. Dicho todo eso, ¡espero que tengáis un muy buen fin de semana!

lunes, 27 de octubre de 2014

Semana anterior y Fall Break

En la semana del 13 de octubre no sucedieron muchas cosas aunque sí una muy importante, al menos para mí: fue el último partido de fútbol americano. En esos partidos conoces a gente nueva, te haces más amiga de la gente a la que ya conoces, cantas, bailas, gritas... Normalmente haces todo menos ver el partido, pero es divertido y el espíritu que hay del colegio y del equipo es increíble. Y justo con lo que me refería de conocer a muchas más personas en ellos es, por ejemplo, en este último la mayoría de mis amigos ya estaban de vacaciones y se habían ido el jueves o el viernes por la mañana. Quedaba poca gente y decidir y con Becca y sus amigas (diversión asegurada) a cenar primero y más tarde al partido. Fuimos a cenar a un sitio en el que te sirven todo con donuts o bagels. Yo, comí un sandwich de macarrones con queso. Suena raro, lo sé, pero no estaba mal (del todo). 

Después de cenar fuimos directas al partido Becca, sus amigas (Maddie, Shanzé, Julia y Anna). Llegamos cuando ya había empezado pero lo bueno es que íbamos ganando y las gradas estaban llenas de gente. Ese partido, con el tema "pink out" (en el que te vistes todo de rosa y es por el motivo del cáncer de mama) fue una victoria absoluta, lo cual, hizo que que fuera el último partido algo memorable. Aquí os dejo algunas fotos.


Anna, Shanzé, Maddie, Julia y yo (de izquierda a derecha y arriba a abajo)


"Ups, perdedores"





Becca y yo



A la mañana siguiente, tuve que levantarme sobre las 6:15 de la mañana para estar lista y salir hacia Washington DC a las 7. Fue un viaje agotador y nos tomó todo el día llegar allí. El viaje fue aproximadamente sobre unas 11 horas y cuando llegamos tan sólo quería tirarme en la cama.

El domingo comenzó la aventura en esa gran ciudad, capital de los Estados Unidos de América. Hicimos millones de cosas entre las que están ver el Capitolio por fuera, el Jardín Botánico Nacional y el National Air and Space Museum, parte del Smithsonian, que es un conjunto de museos situados todos al lado del capitolio haciendo como una especie de plaza.








Esa noche fuimos a cenar a un sitio que se llama Belga Café, y como el mismo nombre dice, es de comida belga. Yo me comí un buen trozo de ternera, que bien que se echa de menos. Entre todo eso caminamos a lo mejor 20 km y es sin exagerar, así que imaginad lo bien que dormí esa noche.

El día siguiente, lunes, fuimos a la Librería del Congreso y la verdad es que me impresionó. Es un sitio donde hay millones de archivos entre los que están los libros más importantes, mapas... De todo. Aparte de todo eso, es un sitio precioso. Tiene muchísimas estatuas y pinturas increíbles. En realidad, no se puede describir con palabras así que en las fotos podréis ver al menos un poco de lo que hablo.











Ese mismo día estuvimos dentro del Washington Monument, un edificio bastante alto y desde el que puedes ver muchos lugares de la ciudad claramente y tiene vistas preciosas. 





Al fondo de la foto está el Washington Monument
Ese mismo día fuimos a otros dos lugares: al Museo de Historia Americana y a una galería de arte. También, en vez de comer en un restaurante por la ciudad, lo que hicimos fue coger comida en un sitio de comida rápida (pero más o menos sana) y hacer un picnic en unos jardines llenas de esculturas gigantes hechas con mil cosas y materiales diferentes pero, definitivamente, ésta fue la que más me gustó.



El martes 21 lo primero que hicimos fue ir a la Casa Blanca. Después de pasar tres controles de seguridad y sin que me detuvieran, entramos al interior de ella. Es enorme y muy bonita. En cada sala tienes pequeñas explicaciones de lo que se hace en ella y un agente del servicio secreto que está para vigilar que todo vaya bien pero al que también le puedes preguntar información sobre la sala en la que está y te dirá todo lo que sepa. Pondría fotos para que pudierais verla bien pero, por desgracia, no estaba permitido hacerlas así que de lo único que tengo fotos es de un poco del exterior.




Después de aquello, fuimos a una parte de la ciudad llamada Georgetown y que es donde la mayoría de gente rica y los estudiantes de la universidad, con el mismo nombre, viven. Exploramos esa parte un poco y subimos a ver la universidad por dentro. Es antigua, bastante, lo cual le hace tener un encanto especial y hay algo en ella que te atrae. 




Más tarde, fuimos a comer a una hamburguesería que era genial. Todo estaba riquísimo y poco más y mi barriga explota, pero después de toda la energía que estaba gastando esos días en caminar, me venía más que bien. Y aún después de eso fuimos a una tienda de cupcakes muy famosa en EEUU y por fin entiendo por qué lo era: tiene hasta su propio programa de televisión. 

Más tarde, cogimos el coche (ese día era como llegábamos a los lugares, o a algunos, porque la casa en la que dormíamos estaba demasiado lejos de ellos) y volvimos al centro de la ciudad. Esta vez aparcamos al lado del río y fuimos a ver los monumentos de Lincoln, Jefferson, el monumento a los difuntos en la guerra de Vietnam, otro monumento dedicado a Martin Luther King Jr, y miles de monumentos más.


Lincoln Monument


Lincoln Monument

Miércoles 22: este día fue uno de los días lluviosos así que tocó hacer algo un poco diferente ya que ya habíamos visto muchos monumentos. Pasamos la mañana en casa vagueando y durmiendo, algo que agradecí, y después, por la tarde, lo primero que hicimos fue ir al Museo de Historia Natural y vimos algunas exposiciones mientras esperábamos a que empezase nuestra película (la cual fue muy interesante y lo mejor de todo era que estaba en 3D y era muy gracioso ver como mi hermana intentaba tocar las cosas). Allí también vimos insectos y el diamante azul más grande del mundo (id anotando ideas para mi próximo cumple ;))))))))))))) 




La verdad es que teniendo en cuenta todo lo que hice es difícil acordarse de todo y menos en el orden... Lo único que sé es que hicimos mil cosas! Ah, y también fuimos al American Indian Museum y vimos un espectáculo de baile y comimos allí. Lo mejor de todo fue que pude comer paella (nada que ver con la de la abuela pero algo es algo) y que estaba en la sección de comida del sur de América. Después, todos los que hablan español en Washington, cuando iban a pedirme algo o hablarme lo hacían en inglés así que ni con los hispanohablantes puedo practicar español ya :(.

El 23, jueves, fuimos por la mañana ya bien pronto al Capitolio, sólo que esta vez lo visitamos por dentro, y tuvimos nuestro propio guía, porque Robyn conoce a gente en la oficina del senado de California que está al lado del Capitolio y una persona que trabaja ahí fue la que nos hizo el tour. Y además. en vez de tener que volver todo por fuera del edificio, nos llevó por unos túneles subterráneos que están cerrados al público y son para ir desde las oficinas al Capitolio. Eso estuvo genial. Después, estuvimos dentro del edificio, también precioso y con mil decoraciones increíbles. Yo creo que si no estuvimos en todas las salas del senado pues estuvimos en casi todas. También, gracias a ese guía, pudimos entrar en la sala propia del senado donde se realizan las votaciones y cosas del estilo, pero no por donde todo el mundo está (balcones de arriba), sino que pudimos sentarnos en las sillas de los senadores y de todo. Fue genial. Lo malo, es que ahí dentro de esa sala tampoco pudimos sacar fotos ni tan siquiera entrar con móvil. 




El jueves por la noche fue el cumpleaños de Michelle, una amiga de mis padres, y nos alojábamos en su casa toda esa semana así que tocó celebrarlo y lo pasamos muy bien.

El viernes, tuvimos que despertarnos pronto de nuevo porque ya nos íbamos de la capital y tocaba emprender el viaje de vuelta a Indiana. Estuvimos unas 3 horas o así en el coche y llegamos a Monticello, un lugar en el Estado de Virginia en el que está la casa de Thomas Jefferson. Está en un lugar alto en la montaña y con todos los colores del otoño es un sitio que mereció la pena visitar. Y, cómo no, dentro de la casa pues tampoco pude hacer fotos pero sí fuera, y eso lo aproveché, ya que tuvimos un tour de los jardines de la casa y cuando acabó, casi obligué a Alex a que me sacara fotos pero bueno, que algo de trabajo forzado de vez en cuando no hace daño a nadie eh.