Después de más de dos días haciendo maletas, llegó el momento de decir adiós a todo lo que había acogido en mi vida durante los pasados meses y volver a casa. Me despedí de todos mis amigos el día anterior a irme. La verdad, fue doloroso, mucho. Porque esos amigos son gente que te conocen desde cero; no saben nada de ti y aún así te aceptan y te dejan lugar en sus vidas esperando que tu presencia sea agradable. Cuando realizas un camino, puedes dejar dos tipos de marcas: pisadas, o huellas. Las pisadas son marcas que quedan en la superficie y se borran muy fácilmente, son efímeras, como las pisadas que dejas cuando caminas por la orilla de la playa y se las lleva la marea. En cambio, las huellas son diferentes. Las huellas son pisadas muy profundas, son marcas que no se van. Que hacen un hueco en algún sitio de ti y te cambian. Ése es el tipo de marca que espero haber dejado yo en Estados Unidos, ya que a mí esta experiencia me cambió. Puede que los que habláis conmigo día a día no lo notéis, puede que aquellos que me saludan de vez en cuando tampoco, por eso lo de las huellas: es algo profundo que no todo el mundo puede dejar o ver.
He tardado mucho en escribir esto, pero la verdad, creo que hice bien porque ahora lo veo todo con otra perspectiva. Todos sabéis el motivo por el que tuve que regresar, que no fue por mi propia voluntad o porque tuviera morriña, y si no lo sabéis y tenéis curiosidad, adelante, preguntad, no tengo nada que esconder ni de lo que avergonzarme.
Esos casi 5 meses que pasé como estudiante de intercambio en Estados Unidos me han enseñado muchas cosas: desde el punto de vista de la vida de otra cultura, hasta a ser más abierta y no juzgar a primera impresión, porque las cosas no son como parecen ser, o al menos no siempre.
He hecho muchos amigos, algunos que conservaré toda la vida y otros que se irán con los años pero seguirán en el recuerdo, y siempre estaré muy agradecida por todos los momentos que he vivido a su lado: buenos y no tan buenos.
También estoy agradecida no sólo de los amigos que hice allí, sino de los amigos de verdad que tengo aquí: aquellos que a pesar de los más de siete mil kilómetros de distancia, seguían hablando conmigo como si estuviéramos al lado. Gracias por apoyarme y seguir a mi lado en los momentos más difíciles, sé que vosotros sois amigos de verdad.
Esta experiencia también me ha ayudado a darme cuenta de los "amigos" que pensaba que tenía, pero luego no son amigos, son conocidos. Aunque pensándolo bien, no los conocía mucho al pensar que lo eran.
Quiero dar las gracias por esta oportunidad que me ha dado la vida de ser una estudiante de intercambio, porque es algo inolvidable, que a pesar de todas las noches sin dormir, echando de menos todo lo que conoces, merece la pena, y sin dudarlo, no me arrepiento de haberlo sido.
Gracias a todos. Si tenéis alguna pregunta sobre la vida en Estados Unidos o algo que queráis saber, no dudéis en preguntarme.
Hasta la próxima.