Nunca me han gustado las despedidas, aunque no sean definitivas y ese día menos. Tuve que despedirme de aquellos a los que más quiero por un tiempo. A las 12 aproximadamente fue cuando todo eso empezó: abrazos, besos, palabras de cariño que siempre me acompañarán y alguna que otra lágrima aparecieron en esa hora del día. Era el momento de decir "hasta pronto", darse la vuelta y tan sólo desear que todo les fuese bien mientras yo no estaba con ellos. Una hora más tarde me subí en aquel avión que me llevaría un pasito más cerca de los Estados Unidos de América y un poco más tarde, aquel mismo día, el que me llevaría a la gran cuidad de Nueva York.
(Sin bandera de España pero... ¡Ata pronto Galicia! ¡Hasta pronto España!)
(Sin bandera de España pero... ¡Ata pronto Galicia! ¡Hasta pronto España!)
Desde ese momento todo fue nuevo: conocí a muchísima gente de todo el mundo que, como yo, estaría fuera de casa durante 10 meses, visité esa ciudad (impresionante, por cierto) y cogí otros dos vuelos para acabar llegando a Indianapolis. En ese aeropuerto me esperaba la familia a la que perteneceré durante este tiempo y me dieron una gran bienvenida con el típico cartelito que aparece en las películas con tu nombre. Nos presentamos todos y pusimos rumbo hacia mi nuevo hogar: Zionsville, Indiana. Media hora más tarde llegamos casa, una enorme casa, todo hay que decirlo. Me la enseñaron y empecé a organizar todo. Y para finalizar el día, fui a mi nuevo instituto (en el que me perderé más de una y dos veces) y me inscribí en él.
Al día siguiente por la noche fui a mi primer partido de béisbol y lo pasé genial. Intenté entender aquel deporte típico americano pero no es tan fácil como parece.
Y, para finalizar, ayer por la mañana, día 9 de agosto, me llevaron al "farmer's market", un mercado en el que los granjeros ponen puestos y venden sus cosechas o carne, así como pan y dulces. Después de eso, fuimos a Indianapolis de nuevo a la Feria Estatal (la cual sucede una vez al año) y en ella había muchísimos animales diferentes (entre ellos el cerdo más grande del mundo), vegetales (calabazas y sandías enormes así como miles de mazorcas de maíz, algo propio de este Estado), puestos de comida en los que había desde perritos calientes y "corn dogs" (los que están en un palo) hasta oreo bañadas en algo similar a mantequilla y, entre otras cosas, cientos de atracciones en las que montarse. No podemos olvidar tampoco que ¡Incluso podías montarte en elefantes! La verdad es que esta descripción queda muy pobre comparado con lo enorme que es la Feria, pero así os podéis hacer una idea. Ah, y también había una competición de animadoras (raro, ¿verdad?) y una figura tallada de queso. Como os podéis imaginar, esto es un mundo completamente diferente a España, hay miles de cosas nuevas de las que aprender y disfrutar.
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