viernes, 10 de octubre de 2014

De los 15 a los 16

Durante estos últimos 10 días han pasado miles de cosas diferentes, con gente de siempre, con gente nueva... (por cierto, me he ido dando cuenta de que Emilia, Beatriz y yo somos como un paquete, ¡vamos juntas a todos los sitios!) y aún hay muchas más por venir. 
El viernes, 26 de septiembre, fui a casa de Emilia con Beatriz, Laura y un chico que no me acuerdo como se llama (los dos colombianos, y sí, me siento mal por no acordarme del nombre del pobre...) y pasamos allí unas cuantas horas haciendo lo que hacen muchos americanos en otoño: salir al patio de detrás de la casa (la suya, con un lago detrás, hacer una hoguera y, en ella, hacer la cena (perritos calientes) y s'mores (marshmallows derretidos al fuego, que son como una especie de nubes pero miles de millones de veces mejor, entre galletas y con chocolate por encima del marshmallow y debajo de la galleta de arriba y, el chocolate, por el calor, también derretido) que, por cierto, todo el mundo debería probarlos al menos una vez antes de morir. 

s'more 


Después de pasar un buen rato en la hoguera entramos a su casa y jugamos al Just Dance. Pero no jugamos solo nosotros, las madres también se unieron y fue divertido no, lo siguiente.

El sábado, Robyn (mi madre aquí en Zionsville, para los que no os acordéis) y yo fuimos a comprar el vestido y los zapatos para el sábado siguiente porque tendría el baile de bienvenida, llamado Homecoming. Compré un vestido blanco y negro precioso pero, en menos de una hora acabé devolviéndolo porque Grace me dejaría uno y eso de gastarme 75 dólares en un vestido que sólo me pondría esa noche, pues mmmm no. Así que salí del centro comercial con unos tacones altísimos y una bolsa de palomitas. Yo, saliendo de un sitio con comida, ¡qué raro!

El domingo, tocó hacer deberes y, por la noche, mi familia y yo fuimos al Youth Group de la iglesia (un grupo para los chicos y chicas desde lo que sería primero de ESO hasta segundo de bachillerato) porque cada semana, una familia diferente lleva la cena y, ésta, le tocó a la mía. Hicimos patatas asadas con bacon, carne, queso... Y después Alex se quedó, pero yo me fui con mi familia a casa a descansar con ellos.

El lunes, empezó lo que se llama Spirit Week y ya os expliqué hace un tiempo. Este era el cartel de esta semana:



El lunes podías ir con pijama a clase, el martes vestido de turista sin gusto, el miércoles con el color de tu clase (Freshmen de morado, sophomores de rojo, juniors de azul y seniors de verde), el jueves con espíritu deportivo y el viernes todo de negro, de arriba a abajo.


Lunes

Martes


No hay foto del miércoles pero tampoco os perdéis nada. Lo que sí os perdisteis fue la victoria de las seniors entre las que estaba yo, en el torneo de powder puff. Después de jugar varios partidos, conseguimos ganar a todas y la verdad es que lo mejor no fue jugar contra todas esas chicas, sino conocer a muchísima más gente. Fue una experiencia increíble y bueno, nuestras eternas enemigas, las freshmen, pues quedaron en ridículo:). Además, aparte de todo eso, conseguí llevarme el balón del partido de recuerdo a casa.


Kayley, Beatriz, Emilia y yo








Ganadoras

Jueves (camiseta de España)

Y aquí os dejo una foto del viernes un poco mala pero así podéis ver que no soy la única friki que lo hace.



Viernes
El viernes a última hora, hubo lo que se llama pep rally. Todo el instituto se reúne en uno de los pabellones y los capitanes de los equipos de deportes animan a sus respectivos equipos junto con las animadoras y el grupo de baile. Hacen diferentes juegos y la mascota hace bailes y cosas raras, pero bueno, que fue una buena motivación para el partido de la noche. 



Esa misma noche fui al partido de Homecoming en el que el tema era "black out", o sea, todos vestidos de negro de la cabeza a los pies, y así fuimos. Hacía frío no, estábamos congelados, todos pegados, intentando no morirnos de frío, y por lo que parece, conseguí sobrevivir. Fue un gran partido: ganamos, lo pasé genial y saltamos al campo justo cuando acabó.



Kayley y yo






El sábado por fin llegó el día del baile de bienvenida (Homecoming) que fue genial. Bailamos durante horas, conocimos a más gente aún y bueno, fue una experiencia más que resultó encantarme. La verdad es que la mayoría de la gente no bailaba, bien porque no les gusta (lo cual no entiendo, porque el baile es para bailar, creo) o porque les da vergüenza, así que unos amigos y yo fuimos haciendo una fila por todo el pabellón y bailando entre los grupos de gente que estaban de pie sin hacer nada y conseguimos que, durante dos minutos, bailase todo el mundo. 
Lo que me impactó fue que antes de entrar al baile, nos hicieron una prueba de alcoholismo, ya que aquí lo del alcohol se lo toman muy en serio y si bebes antes, no puedes entrar y tampoco lo había durante la fiesta. Aquí os dejo algunas fotos de esa noche.



Beatriz, Hunter, Emilia y yo


Michael (estudiante de intercambio de Alemania) y yo 



Foreign squad



Sarah y yo 

Emilia, Lil Tim (irónico porque es enorme) y yo 

Josh, Solphi (de coro) y yo



Natalie (precalc) y yo



Will y yo


Rachel y yo 


Las tres de siempre 


Un tío que no sé quién es, María, Emilia, Beatriz y yo 



Julia, Becca, Emilia, Beatriz y yo

El domingo, 5 de octubre, fue el día de mi decimosexto cumpleaños. Ese día, teniendo en cuenta todo el ajetreo del final de los 15, decidí que descansaría y me lo tomaría con calma ya que celebraré todo con mis amigas en unas semanas, después del Fall Break (una semana de vacaciones que tendré en justo una semana). Así que, básicamente, me pasé mi cumpleaños jugando con mis hermanos y tirada en la cama. Eso sí, más tarde, para cenar, vinieron los abuelos, unos tíos y unas primas a celebrar mi cumple conmigo. Hubo una cena genial, tarta de chocolate riquísima, helado, velas y, por supuesto, también hubieron regalos.






El lunes por la tarde, después del instituto, tuve una prueba de vestuario para el concierto de otoño que haría con el coro. Somos unos seis coros en total en el insti así que imaginad la de gente que había allí.

El martes por la tarde-noche, por fin cantamos e hicimos una actuación genial para el concierto (aunque esté mal que lo diga yo, es la verdad). Estábamos allí todos: chicos con su traje y corbata negros y chicas con los vestidos largos negros y moños. La verdad es que parecía de película. Y todo lo demás que estoy viviendo, pues también. Aún no me puedo creer que todo esto me esté pasando a mí. Que yo esté de verdad en los Estados Unidos, yendo a partidos de fútbol (americano), subiendo cada mañana en ese típico bus amarillo y comiendo en la cafetería. Es todo como un sueño. Y quitando algunas razones (más bien, algunas personas las cuales me encantaría que estuviesen conmigo), me encantaría que este sueño no acabase nunca. Y es que la vida aquí gira en torno al instituto ¡y es genial!. Sí, hay muchos deberes y pequeños exámenes (cuando lleguen los finales me muero), pero es más ameno, lo pasas mejor, no parece que estés en una cárcel, así resumiendo.

Ayer, miércoles, justo después de que acabasen las clases, fui a uno de los clubes en los que estoy llamado "Do Something". Es un club de voluntariado y en esa reunión hicimos más de 100 tarjetas de cumpleaños para niños sin hogar, lo cual me hizo sentir genial, porque al ir haciéndolas, te vas dando cuenta de que cuando las reciban les alegrarán el día, les harán felices, y también te das cuenta de la suerte que tienes de tener todo lo que hay en tu vida. 

Aquí, en los institutos, se lleva mucho lo de hacer clubes y clases de voluntariado. Sea del tipo que sea, y yo ya sé por qué. Eso es algo que me encantaría que estuviese más "de moda" en España. Y pongo, "de moda" porque ayudar a los demás no es una moda, es una iniciativa que todos deberíamos tomar al menos una vez en la vida.






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